Cuando el Congreso decide concederle la estadidad a un territorio, oficializa ese proceso mediante un Acta de Admisión. En la misma, se establecen las condiciones bajo las cuales ese territorio se convertiría en estado. Una vez aprobada el Acta por el Congreso, se les pide a los ciudadanos del territorio que confirmen su deseo de ser admitidos como estado bajo las condiciones estipuladas. La historia ha demostrado que el tibio apoyo que pudiera haber recibido la estadidad en votaciones anteriores, una vez aprobada el Acta de Admisión, se transforma en un sólido respaldo a la misma. Tan es así que en todos los casos en los que a los ciudadanos de territorios se les ha ofrecido un Acta de Admisión con condiciones favorables siempre la han aprobado.
Todo esto sugiere que, a base del triunfo de la estadidad en el plebiscito celebrado el 6 de noviembre de 2012, se debió haber sometido un proyecto dirigido a aprobar un Acta de Admisión para la Isla. El Acta contendría, entre otras, algunas de las condiciones que ya estipula el proyecto (H.R. 2000) radicado por el comisionado residente, Hon. Pedro Pierluisi, como, por ejemplo, un período de transición previo al pago completo de impuestos federales, la ciudadanía americana protegida por la Constitución y el preservar la jurisdicción local sobre los asuntos que la Constitución no le delega al Gobierno Federal. Estos últimos incluyen el idioma, la cultura, los deportes y demás asuntos sobre los cuales se eliminaría la incertidumbre que le da base a los opositores de la estadidad a mentir sobre la misma.
Lamentablemente, el comisionado residente Pierluisi, en lugar de solicitar un Acta de Admisión para Puerto Rico, solicitó la celebración de otro plebiscito para ratificar el deseo de la mayoría de los puertorriqueños de solicitar la estadidad. Solamente si el pueblo ratifica ese deseo, entonces se ordena al presidente de los Estados Unidos a someter un Acta de Admisión para la Isla.
Esa acción del comisionado residente Pierluisi es un error por dos razones principales: (1) porque indirectamente invalida los resultados de la segunda pregunta del pasado plebiscito; y (2) porque pone a competir la estadidad por sí sola manteniendo inalteradas las bases sobre las cuales se escudan sus detractores para mentir.
Ante esa realidad, es importante que el proyecto se enmiende para que el mismo vaya directo a solicitar un Acta de Admisión. Aún si eso no ocurriera y el proyecto se aprobara tal como fue radicado, sin embargo, el pueblo debe de estar listo para votar a favor de la estadidad. Tenemos que estar conscientes de que, con el triunfo del “NO” en el plebiscito del 6 de noviembre de 2012, el pueblo descartó la condición colonial, incluyendo cualquier opción del mal llamado “ELA mejorado” dentro de la cláusula territorial. Por lo tanto, si se rechaza la estadidad, la única alternativa que nos quedaría sería la independencia.
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Nota: Este escrito fue publicado en el periódico El Vocero, 24 de mayo de 2013, página 22.
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