“Taxation without representation”

Cuando se describe a Puerto Rico, bien sea para el público local o el de afuera, usualmente se dice que la Isla es un territorio de Estados Unidos cuyos residentes son ciudadanos americanos, pero que están exentos del pago de impuestos o contribuciones federales.  Como consecuencia, en la mente de la inmensa mayoría de los puertorriqueños, y de las personas del resto de los Estados Unidos y de otros países, se ha creado la percepción de que en Puerto Rico no se pagan impuestos o contribuciones federales.  El problema con esa percepción es que la misma no se ajusta a la realidad que evidencian los datos.

De acuerdo al Servicio de Rentas Internas federal (“Internal Revenue Service” o “IRS”, por sus siglas en inglés), durante el año 2011, que es el año más reciente para el cual hay datos disponibles, en Puerto Rico se pagaron $3,313 millones en contribuciones o impuestos federales.  Cuando examinamos los datos comparativos relacionados con el cobro de impuestos federales de los cuatro años anteriores observamos que, en Puerto Rico, el IRS cobró impuestos federales ascendentes a $3,593 millones en el año 2010, $3,743 millones en el año 2009, $3,679 millones en el año 2008 y $3,548 millones el año 2007.  No solo eso, sino que durante los años 2010 y 2009 los puertorriqueños pagamos en impuestos federales más de $300 millones por encima de lo que pagaron los ciudadanos del estado de Vermont.

Taxation without representation - Tabla  (201205)

Si algo debe quedar claro, a la luz de los datos presentados anteriormente, es que los puertorriqueños no estamos exentos de todos los impuestos federales.  Esto es así porque la exención contributiva federal bajo el estatus actual es limitada.

Esa exención contributiva federal a nivel individual se limita a eximir a los residentes de Puerto Rico del pago de impuestos federales solamente sobre el ingreso generado en la Isla.  Aparte de eso, los demás ingresos que devengan los puertorriqueños están sujetos al pago de impuestos federales.

Por lo tanto, si un residente de Puerto Rico genera ingresos en Puerto Rico, pues esos ingresos están exentos del pago de impuestos a nivel federal.  Ahora bien, si un residente de Puerto Rico genera ingresos de fuentes fuera de la Isla, ese ingreso si está sujeto al pago de impuestos federales.  A manera de ejemplo, los ingresos que generan los puertorriqueños de inversiones en la bolsa de valores, al igual que los beneficios de seguro social que se reciben en la Isla, están sujetos al pago de impuestos a nivel federal.  De hecho, la forma en que se trata a los puertorriqueños con relación al Seguro Social es indicativa de un trato particularmente injusto.

Los puertorriqueños pagamos los mismos impuestos de Seguro Social que pagan los ciudadanos de los cincuenta estados.  Además, los beneficios de Seguro Social que reciben los puertorriqueños están sujetos al pago de impuestos federales de la misma forma que los ciudadanos de los cincuenta estados.  Aún así, los tribunales han dispuesto que, bajo el estatus actual, los puertorriqueños podemos recibir menos beneficios de Seguro Social que los residentes de los estados.

En términos del trato contributivo al que están sujetos los beneficios del Seguro Social, éstos gozan de una exención, que aplica en todos los estados de la misma forma que en Puerto Rico.  A base de esa exención, alrededor de los primeros $25,000 recibidos anualmente en beneficios de seguro social están exentos del pago de impuestos federales.  Debido a que los beneficios que reciben la mayoría de los puertorriqueños están por debajo de esa cantidad, pues la mayoría de los puertorriqueños terminan no teniendo que pagar impuestos por sus beneficios de seguro social aunque éstos, aparte de esa exención, son tributables.  Ese hecho no cambiaría bajo la estadidad.

Los datos que ofrece el Servicio de Rentas Internas federal demuestran que los puertorriqueños estamos sujetos a “taxation without representation”.  Esa frase se utiliza para ilustrar una de las mayores violaciones de derechos a que pueden estar sujetos los seres humanos.  Esa violación consiste de pagarle impuestos a un gobierno que uno no ayuda a elegir y en el cual no se está debidamente representado, pero cuyas leyes uno viene obligado a cumplir.  Esa frase, por ejemplo, sirvió de fundamento para el “Boston tea party” de 1773, y fue una de las bases para la independencia y eventual creación de los Estados Unidos de América.

Bajo el estatus actual, los puertorriqueños le pagamos impuestos a un gobierno federal que no ayudamos a elegir y en el cual no estamos debidamente representados, pero tenemos la obligación de cumplir sus leyes.

Desde luego, si Puerto Rico se convirtiera en un estado, ese problema se solucionaría, pero la exención contributiva federal limitada se perdería.  De eso ocurrir, sin embargo, más del setenta por ciento de los residentes de Puerto Rico no tendrían que pagar impuestos federales sobre el ingreso devengado en la Isla, por lo limitado del mismo.  Solamente las personas con el suficiente ingreso tendrían que pagar impuestos a nivel federal sobre el ingreso generado localmente.

Aún así, el Partido Popular Democrático (PPD) defiende el estatus actual, que permite que se nos violen nuestros derechos humanos, alegando que perder la exención contributiva federal limitada que hoy tenemos sería perjudicial a nuestra economía.  Nunca han podido explicar, sin embargo, cómo es que obteniendo el derecho al voto a nivel federal, y a la plena participación en el gobierno federal, a cambio de que las personas con los recursos para ello paguen impuestos federales, sería perjudicial para nuestra economía.  Después de todo, el pagar contribuciones federales no parece haberle afectado a los 50 estados cuyas economías todas están en mejores condiciones que la de Puerto Rico.

Por todo lo anterior, tengo que volver a preguntar:  ¿Hasta cuándo piensa seguir el PPD defendiendo un estatus político que en nada beneficia a nuestra economía y que solamente sirve para que se nos violen nuestros derechos humanos?

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Nota:  Este escrito fue publicado en el periódico El Vocero, 25 de mayo de 2012, página 24.

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